Vagando en soledad...

Vagaba por los estrechos y oscuros pasillos de piedra del castillo. El día estaba de lo más aburrido, pues parte de la guardia no se encontraba por los alrededores y no había nada que hacer, pues dependía de los señores que me dieran trabajo. Echaba de menos que los Cullen cometieran algun estruendoso error que nos permitiera ir a Forks de visita con el pretexto de vigilarles. Suspiré ante mis pensamientos y seguí andando por los pasillos, unos ágiles pasos captaron mi atención. Me volteé hacia donde provenían y esperé a que quien fuera se descubriera, pues aun no captaba su olor ni veia su silueta.

Oí una dulce voz, la cual tarareaba una hermosa canción, fue entonces cuando divisé a la señora Sulpicia, parecía realmente feliz... Como de costumbre.
-Buenos dias señora Sulpicia. -saludé haciendo una pequeña reverencia- Únicamente vagaba sin motivo alguno, últimamente no hay mucho que hacer sin neófitos y sin los Cullens de por medio... -dije con un suspiro, en aquel instante la planta captó mi atención- ¿Puedo preguntar quién le a regalado ésta hermosa planta, Señora?

-Muchísimas gracias, señora.
Oí atenta la pequeña clase de biología que la señora Sulpicia me ofrecía.
-El señor Aro tan encantador como de costumbre. -concluí con una sonrisa- Es realmente hermosa, dicen que las flores crecen más esbeltas y fuertes cuanto más cariñosas son sus cuidadoras... Si trata tan bien a la planta como trata a la guardia apuesto a que ésta pequeña romania se pondrá muy fuerte, señora Sulpicia.

-Por supuesto, sería todo un honor para mí poder observar con detenimiento los cuidados que usted le ofrece a sus queridas flores. -dije halagada ante su propuesta, jamás había entrado en los aposentos de ninguno de mis señores-

-Con su permiso, señora. -dije y cruzé el marco de la puerta para entrar en sus aposentos, tal y como suponía, todo estaba perfectamente conjuntado, creando un armonioso contraste. Ladeé la cabeza en todas las direcciones posibles captando cada detalle- A decir verdad, jamás he entrado ni en sus aposentos, ni en el de ninguno de mis señores. Creoo que cuando Renata vuelva podré sentirme orgullosa. -dije con una campallineante risa-

Quedé sorprendida al oír que en cierto modo me daba permiso para tratarla de tú a tú.
-Señora Sulpicia no creo que éso sea del agrado del señor Aro, sabe que él prefiere mantener los márgenes con la guardia, aún considerándonos hijos suyos.
Me ofreció una hermosa planta rojiza que tomé con sumo cuidado.
-Vaya... Es realmente hermosa... Por supuesto que la cuidaré como si hija mia fuera , muchísimas gracias. -dije entusiasmada y la abracé sin pensarlo, cuando me dí cuenta de mi impulsiva acción me retiré con rapidez- Lo siento, señora. -murmuré algo avergonzada-

Estaba demasiado aburrida en mi habitacion asi que decidi bajar al castillo haber quien se encongtraba, a lo lejos escuche unas risas y me dirigi hacie ellas, cuando estaba creca detecte los olores de Heidi y Sulpicia. me acerque mas y las encontre riendose y Heidi parecia algo avergonzada.
-hola -las salude mientras me les acercaba y detectaba el dulce olor de la planata que tenia Sulpicia en las manos.
-Aro me hizo cao y te regalos las flores -le sonrei.

Sonreí complacida.
-En tal caso, si el señor Aro da su permiso yo no tendría inconveniente alguno en tratarla de una manera menos formal. -dije sonriendo ante la idea, apenas había tenido trato con la señora Sulpicia, y tal y como me habían informado era una persona muy dulce y carismática-
Se acercó a mí, me acarició dulcemente el cabello y mencionó a Alec... Ay madre, pensé para mí mientras desviaba la mirada hacia el balcón.
-Oh, Alec... Es un chico encantador...
En aquel momento otro olor conocido vino a mí, la señora Dydime se encontraba junto a nosotras.
-Buenos dias, señora Dydime -saludé haciendo una reverencia-

-hola Heidi ¿como has estado? -le sonrei y la mire. No la conocia mucho pero siempre me habia parecido una chica muy agradable en increibleme servicial. Escuche lo que le decia Sulpicia acerca de Alec y no pude evitar reirme.
-vamos Sulpicia no las intimides le sonrei.
-y si, mi hermano Aro es el mejor de mundo, lo se.

Me quedé más helada aún de lo que ya lo estaba y miré de nuevo a las señoras Sulpicia y Dydime para examinar las fracciones de sus rostros, no noté cambio alguno
-Alec es... -suspiré- Sí, me gusta bastante... Espero que no suponga ningún problema. -musité algo temerosa-
Sonreí tímidamente y le contesté a la señora Dydime.
-Prefectamente, señora. Largo tiempo sin vernos, ya sabe que estoy aquí para lo que desee.

-gracias Heidi-le sonrei-
Senti los brazos de Sulpicia rodarme y tambien le delvolvi el abrazo.
-tambien te extrañe Sulpi, me hacia mucha falta estar en volterra.
Los ultimos meses habia estado por fuera ya que me habia idco con cayo para londres a solucionar un problema de neofitos y acababa de llegar.
-no creo que haya problema Heidie, ademas Alec es un buen muchacho-le sonrei.

-Sulpicia tiene razon Heidi, espero verlos juntos pronto -le sonrei.
Senti el olor de cayo por algun lugar pero muy pequeño, talves solo fue prodcto de mi imaginacion.
-no muchos Sulpi, solo unpos cuantos neofitos descontrolados, sabes como son todas esas cosas -rode los ojos siempre era lo mismo, neofitos descontrolados y vulturis a cargo, realmente no era muy emocionante

Off: voi a interumpir esta reunion de bellas damas.

Estaba en mi habitacion Mi Padre habia mandado a casi toda la guardia por un problemas de neofitos, pero a mi me dejjo quedarme aqui.Sali de mi habitacion y fui por los pasillos. Iba caminando despacio, y escuche voces en el cuarto de mi Madre. Llame a la puerta.

Senti como el olor de Alec se impregnaba en el lugar y pocos segundos despues tocaron la puerta.
-es Alec -anuncie mentras me paraba y abria la puerta.
-hola Alec le sonrei y lo deje pasar. Le eche una mirada rapida a Heidi que tenia la mifada agahcahda.

Sonreí con ganas, me agradaban sus dulces palabras.
-Gracias señoras.
Permanecí atenta a la pequeña conversación, la señora Dydime tenía razón, todos sabíamos como eran esas cosas pues era lo único medianamente interesante que ocurría en el castillo... Nuestra única salvación...
-En cualquier caso, señora, nos alegra mucho el teneros de vuelta a usted y a el señor Cayo.
Unos nudillos resonaron en la puerta y un olor muy familiar hizo que sonriera inmediatamente.
-Alec... -susurré-

Me abrieron la puerta.Era Dydime que habia llegado ya.

- Hola Señora Dydime, un placer volver a verte por estos pasillos.- dije cojiendo su mano y dandole un suave beso.Fui asia mi madre.
- Hola Madre,- dije sonriendole. Mire hacia al lado., era Heidi. Una sonrisa se dibujo en mi cara.
- Bella Heidi- dije cojiendole la mano y besandola con otro suave beso.